26.10.09

Vientos de cambio

Cuando uno está perdido, todo a su alrededor se pierde también. Así ha pasado con este blog, que dejé que perdiera su objetivo inicial. Perdido, dando las cosas por perdidas. Pero como dice la canción, la vida te da sorpresas, y una de esas sorpresas me ha demostrado que no se pueden dar tus causas por perdidas.

Así, que aunque sea menos popular para el hipotético visitante (así, en singular, y si lo tengo :P), vuelvo al objetivo inicial de este blog, que no era ni más ni menos denunciar ciertas cosas que están pasando a nuestro alrededor sin que nos demos cuenta. Acontecimientos inadvertidos, silenciados por los medios, pero que puede que marquen nuestro futuro y el del nuestras desnaturalizadas democracias occidentales.

Avisado quedas, amigo navegante.

28.2.09

Nueva entrega de las Dosis Diarias de Alberto Montt

Vuelvo a poner unas viñetas de Alberto Montt, pero qué me gusta el trabajo de este tío.














Espero que os gusten casi tanto como a mí.

23.2.09

Hay perdedores y perdedores (The Wrestler y Slumdog Millionarie)



Tras un largo tiempo sin publicar, por falta de tiempo y un poco por falta de ganas, vuelvo al tajo.

He pasado unos días de buen cine y he podido ver El luchador, con Mickey Rourke; y Slumdog Millionaire, muy bien dirigida por Danny Boyle, y ganadora de 8 Óscars.

El luchador la ví el jueves antes de los Oscars, de preestreno. La película me gustó mucho, rodada en gran parte cámara al hombro, con un tono de documental (falso documental look que se llama ahora), te absorbe y te mete en la vida de un tal Randy 'The Ram' Robinson, interpretado por Rourke.

Quien espere ver una película espectacular sobre el mundo de la lucha libre americana (como debía de ser el caso de gran parte de los invitados al preestreno que o bien estaban cerca del sueño o bien les pareció un rollo, que directamente se la ahorre. Ahora, quien sea capaz de disfrutar de una buena película sobre perdedores, juguetes rotos de la sociedad a los que se les sacó todo lo que pudieron dar en sus buenos tiempos para luego darles la espalda en el ocaso de sus carreras, que vaya a verla.

Un luchador profesional al que el éxito le fué esquivo años ha y Cassidy, una stripper/prostituta (muy convincente Marisa Tomey) en decadencia son los protagonistas. Mientras The Ram no es capaz de romper con el pasado y sigue contra todo y todos la cuesta abajo, Cassidy ya sabe que es momento de reenfocar su vida.

El luchador es ante todo la historia de un perdedor, que fué ganador, y que no puede dejar esa vida, que, en momentos fugaces de escaso esplendor, le recuerdan el fulgor de tiempos pasados.



En cambio, Slumdog Millionaire es la historia de alguien que debería ser perdedor, un niño mendigo huérfano de las calles de la Bombay pre-Mumbay. Jamal Malik (interpretado por tres actores: niño, adolescente y joven adulto) nos relata su cruenta peripecia vital mientras es interrogado por la policía acusado de hacer trampa en la versión india de "Quién quiere ser millonario". La película toma como excusa el concurso para narrarnos la vida del protagonista, que se resiste a ser quien debería ser para, al mismo tiempo, ser quien tiene que ser, para amar a quien tiene que amar, cueste lo que cueste.

El luchador, nos cuenta, a través de la historia de Randy "The Ram" las sordideces y vericuetos del mundo de la lucha, del culto al cuerpo feroz, de la fama y de la pérdida de ésta.

Slumdog Millionaire habla de las espantosas vidas de los niños mendigos en un país como la India, y de lo que se mueve a su alrededor, de la miseria, del hedor, de la explotación, de la basura (tanto física como humana), y del amor y la esperanza de dejar ese presente atrás.

Muy recomendables las dos, películas que hablan más de personas que de personajes, me emocionó más Slumdog Millionaire.

6.1.09

Los Reyes Magos, ¿márketing emocional o viral?






A todos, llegados una cierta edad, esto de los Reyes Magos y las Navidades, pasada la crédula ilusión infantil al respecto, no nos interesa demasiado... Hasta que tienes hijos o sobrinos (como es mi caso). Entonces, tu opinión sobre la Navidad cambia, y ya te han atrapado.

Las emociones de tus propias Navidades pasadas vuelve acompañando a ese maldito niño interior que se ha despertado al conjuro de la infancia de tu retoño. Y te propones que ese niño (el de verdad, no el tuyo interior, o tal vez a los dos) no le va a faltar de nada esa Navidad, va a ser una Navidad mejor que las que tú recuerdas. Y a gastar, que es de lo que se trata. Si Papa Nöel es un invento de la Coca-Cola, ¿no podrían ser los Reyes Magos obra de El Corte Inglés? Eso es márketing emocional, aprovechar tus emociones para venderte.

A su vez, el niño, los primeros años, no entiende nada de la performance que se monta alrededor suyo todas las Navidades, pero en cuanto pueda, por imitación, hará lo mismo, ya se sabe que una tradición es algo estúpido que se hace sólo porque lleva 400 años o más haciéndose. El nuevo niño ya forma parte de la cadena, pasando el testigo de una fiesta brutalmente consumista a las nuevas generaciones, que a su vez intentarán amplificar las Navidades de su descendencia. Esto debe ser márketing viral, o parecérsele.

Si es que a veces, creemos que por ponerle nombre a algo lo hemos inventado nosotros.

A la calle a fumar, como todo el mundo






Y yo que creía que se estaba pasando conmigo no dejándome fumar en casi ningún sitio, pues hay quien lo tiene peor, yo por lo menos en mi casa puedo fumar.

Obama fuma, fuma poquito, unos siete u ocho Marlboros diarios y aunque se haya hecho el propósito de todo buen fumador todos los primeros de año, visto lo visto seguirá fumando. Pero no en su nueva casa, que es, como todos sabemos, la Casa Blanca, zona libre de humos, de los del tabaco, que otros muchos malos humos sí que se han permitido allí hasta su llegada.

Y si Obama, uno de los hombres más poderosos del mundo, se tiene que ir a la calle a echar un pitillito, habré de aceptar con resignación el tener que hacerlo yo, qué remedio.